martes, 14 de octubre de 2008

Comentario del texto de Inneraty


Lectura de Innerarity.

El peligro de invocar la ausencia de valores en fenómenos complejos.

El artículo titulado “Cuidado con los valores” es una tribuna de opinión publicada en El País del 14 de mayo de 2008 por Daniel Innerarity, profesor de Filosofía en la Universidad de Zaragoza.

El autor defiende que se está haciendo un uso de la “apelación a los valores” de forma oportunista, para justificar intereses particulares y que, en muchas ocasiones, es un discurso político para cuestionar derechos democráticos (los derechos civiles, el consentimiento, las garantías y las libertades individuales). Plantea que, en un principio, la causa de este uso y abuso, tan frecuente últimamente, se debe a un escape frente a la complejidad de la sociedad actual. El nuevo tipo de relaciones son demasiado complejas y ya no sirve el marco de referencia tradicional, por lo que no se puede entender y no se pueden relacionar con el mundo moderno. Pero además de esto, ve un uso partidista que utiliza la defensa de los valores morales tradicionales (familia, trabajo, seguridad) para cuestionar la vida política democrática, la nueva sociedad abierta y plural, los derechos y libertades individuales.

Veo un ejemplo de este uso partidista en los políticos y medios de comunicación que se denominan así mismos liberales. “Liberales del embudo” apelando a la defensa de esos “valores tradicionales” que pretenden imponer de forma incuestionable. La parte ancha del embudo para ellos, la punta para los demás.

No creo que haya una crisis de valores. Por el contrario, en la sociedad actual existe una gran diversidad de perspectivas y matices, que requiere, para empezar, una visión más abierta, flexible y tolerante.

Las TIC han contribuido enormemente a este cambio de la sociedad, ampliando el mundo de cada uno y posibilitando nuevos tipos de relaciones más globales y complejas. Esto abre nuevos retos a los que hay que dar nuevas respuestas, nuevas normas morales y nuevos valores. Cada vez más, recae sobre las instituciones educativas la responsabilidad de formar “en valores”, en detrimento de la familia y otros agentes sociales que no han podido o no han querido asumir su papel en esta tarea, quizá como consecuencia de esa ruptura del marco de referencia tradicional. De ahí la necesidad de una formación cívica, democrática, tolerante para la nueva sociedad.

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